Πέμπτη 22 Μαρτίου 2018

Madrileñas épocas


El regreso a Madrid después varios años deja una sensación de viaje en el tiempo y en el epacio. Su melodía, su fragancia, su respiración, su gastronomía, el crujido de los plátanos de sombra, los versos de Lorca, el flamenco en las salas madrileñas, el kilómetro cero o el amor que se puede sentir en la metrópolis castellana son algunas, entre otras muchas, de las principales características de lo que llamamos la vida madrileña. La capital de España es el centro urbano más grande de la Península Ibérica, situada casi en el centro de la península, en la meseta de Castilla la Nueva, a una altitud de 635 m. sobre el nivel del mar.


El nombre musulmán de la ciudad (Magerit) es la primera evidencia histórica de su existencia. Probablemente se menciona ya en el año 932 d.C. cuando Ramiro II destruyó sus murallas pero la dejó en manos musulmanas. Se han encontrado rastros de un asentamiento romano y alguna evidencia de presencia humana prehistórica en el área. La fortaleza árabe fue capturada en 1803 por los cristianos bajo el mando de Alfonso VI de Castilla y León. Allí es donde el Parlamento (las Cortes) se reunió por primera vez en el año 1329.


Durante siglos, la ciudad se concentró alrededor de los palacios extendiéndose, más tarde, hacia el este. Su expansión hacia el oeste, más allá del río Manzanares, tuvo lugar con posterioridad al 1948 y fue una expansión explosiva. Desde 1948 hasta 1951, la extensión total se multiplicó por diez hasta alcanzar los 531 kilómetros cuadrados. Hoy, según el Instituto Español de Estadística, la área urbana ocupa 604.45 kilómetros cuadrados y está habitada por 3.182.981 personas.

 
Madrid es una metrópolis que fue dramáticamente influenciada por los conflictos bélicos del siglo pasado, pero a pesar de la miseria de la guerra, los artistas ibéricos consiguieron convertirla en poesía y prosa, pintura y cine, música y fotografía.
Unos años después de la brutal dictadura del general Francisco Franco, nace en la capital española un movimiento cultural posteriormente conocido como La Movida Madrileña. Los comienzos de este movimiento los encontramos en los años 1977-1978 con grupos musicales de la Nueva Ola Madrileña, primera hornada punk en Madrid a imitación de lo que sucedía en varias ciudades anglosajonas (Londres, Nueva York, Los Ángeles) por aquel entonces.1 Eran los años de la transición de una dictadura a un régimen democrático con la primera Constitución que preveía la existencia de una monarquía parlamentaria y la separación del Estado y la Iglesia.


La Movida dejó un enorme legado cultural dado su carácter innovador, liberalizador y moderno que supo romper con el tradicionalismo de la sociedad franquista. Los grandes centros de la movida madrileña fueron la propia capital española Madrid, Barcelona, Bilbao, Torremolinos (Málaga y Costa del Sol), Valencia y Vigo. En la década de 1980, tuvo lugar el resurgimiento del movimiento feminista, el nacimiento de la revolución sexual, la despenalización de la homosexualidad, pero también el aumento del uso de narcóticos.


El desconocimiento e inexperiencia que la sociedad tenía entonces sobre los efectos derivados del consumo de sustancias como la heroína, produjeron la muerte de miles de personas procedentes de diferentes clases sociales así como de artistas importantes del mundo de la música, del cine y del teatro. Familias enteras fueron aniquiladas y muchos barrios lloraron la pérdida de innumerables víctimas debido al consumo de esa droga. Este hecho jugó un papel decisivo en el cambio de la política sobre el consumo de estupefacientes, y los españoles se dieron cuenta a tiempo de que el consumo de estas sustancias a nivel social solo tiene resultados perniciosos, y que esencialmente sólo beneficia a los intereses económicos de los narcotraficantes.


Los parques, las zonas verdes y las calles llenas de plátanos de sombra en los barrios de la capital española además de impresionar con su recia y saludable presencia, ponen de manifiesto el amor que los madrileños sienten hacia los árboles. El gobierno municipal sigue dando prioridad a la lucha contra el cambio climático preocupándose particularmente del cuidado de los árboles y creando nuevas zonas verdes, combinando vegetación arbustiva con espacios abiertos de tierra libre.


Aterricé por primera vez en Barajas, el aeropuerto de Madrid, en diciembre de 1999. La primera impresión que tuve de la ciudad está fuertemente relacionada con el color rojo de la puesta de sol debido al reflejo de los rayos solares en la vasta tierra ibérica, y los bloques cuadrados de pisos hechos del ladrillo rojo característico de la arquitectura española. Después, el Museo del Prado, el Parque del Retiro y el Guernika de Picasso en el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía, actuaron como catalizador e hicieron que Madrid se convirtiese en uno de mis destinos favoritos.


Una pareja muy afectuosa, Pedro y Nani, insistieron para que me quedara a vivir un tiempo allí, dos personas muy queridas a las que había conocido años atrás, mientras Pedro cursaba una beca europea Erasmus. En aquel entonces, un gran número de estudiantes de toda Europa venían a Grecia para estudiar y ver de cerca el arte griego del período clásico y continuar sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Atenas.


Mi primer encuentro con la comunidad estudiantil española tuvo lugar por casualidad en la Plaza Exarchia, en otoño de 1996. Poco a poco entablamos y estrechamos lazos de amistad, dimos caminatas interminables, intercambiamos lecciones de griego y español, vivimos juntos, nos enamoramos..., todo a las puertas del nuevo milenio. Entonces, yo era estudiante de agronomía con una fuerte inclinación por la fotografía, y comencé a sentirme muy atraído por todo ese nuevo mundo y esa nueva manera de expresión artística expuestos por las compañeras y compañeros que venían de la Península Ibérica. Esa nueva interpretación de conceptos como, por ejemplo, la fotosíntesis a través de la pintura, la escultura, la fotografía, etc, consiguió ampliar sustancialmente nuestros horizontes tanto científicos como artísticos.


Está de más decir que Madrid no es simplemente un destino al que solamente vas para disfrutar de unas vacaciones organizadas por cualquier agencia de viaje: a Madrid hay que estudiarla y escucharla para percibir, entre otras cosas, las similitudes y las diferencias entre los pueblos del Mediterráneo ; las tribus que han pasado por ella son numerosas, mucho antes del fenómeno de la globalización. Se trata de una ciudad donde uno puede profundizar un poco más en la forma en la que funciona la sociedad para darte luego cuenta de la importancia de conceptos como la autoevaluación social, la cooperación real y la disposición inherente de los ciudadanos para la autogestión de sus vidas.

   
Hoy, tras muchos años de aplicación de políticas de austeridad, una gran parte de la sociedad española se muestra decepcionada y con evidentes muestras de profundos trastornos depresivos. Es posible que España no haya seguido detalladamente la trayectoria de Grecia en los memorandos, sin embargo, muchas veces la moral de la población está por los suelos. Básicamente parece atravesar un período de aparente silencio durante el cual, sin embargo, la intensa agitación social intenta dar forma a los acontecimientos del mañana.



Existen determinadas personas tanto en España como en el resto de Europa que provocan conscientemente que la mirada del pueblo se dirija hacia ciertos dilemas nacionalistas, constituyendo esto una evasión para esas personas a la creciente presión social; una presión social que tiene como origen la asfixia económica de los estratos más populares. Los resultados de estas actuaciones, pronto los veremos.

De todos modos, si alguien me preguntara qué significaba esa ciudad para mí, respondería con dos líneas que escribí viajando en su metro:
Madrid es como los ojos de una hija linda que te dice la verdad,
y cuanto más sincera es, más te enamoras de ella.


Fuente

Para ver más fotografías y leer el texto en otro idioma, usted puede seguir los enlaces:

   
Quiero dar las gracias a Julia Lombardia Fuego para las observaciones y correcciones que ha hecho en la traducción española del texto.
Las fotografías han sido realizadas en los ecositemas del Ayuntamiento de Madrid, durante unos días de octubre 2017 y febrero 2018.
Fotografías y texto: © Dimitris V. Geronikos

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